reVISITA el ARTE
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Madrid 27 de noviembre de 2014
Juan Sánchez Sotelo
El hallazgo fortuito por parte de un afamado historiador y crítico del arte de un mural en un solar abandonado de la capital ha llevado a esta muestra de arte callejero al museo,
Al igual que se hizo en su momento con las pinturas negras de Goya, que fueron traídas desde su emplazamiento original en la Quinta del sordo a su ubicación actual en el Prado, esta obra ha sido desmontada del lugar donde fe ejecutada y llevada al museo para su conservación y su exposición al público.
Se desconoce el autor de la obra e incluso se especula con la autoría de más de un individuo. Incluso se ha abierto un debate acerca de que importancia tiene a la hora de la atribución las diversas pinturas y escritos que había previamente.
El conservador del museo propone que la obra sea considerada colectiva y que en esa categoría represente más una especie de "autor social" una pintura directamente realizada por el espíritu de la época, el momento histórico.
Desde hoy ya se puede contemplar en la sala grande del segundo piso. Su colocación en medio de obras clásicas también ya ha generado controversia entre los visitantes del museo que se han posicionado a favor y en contra en las distintas redes sociales.
A esta controversia el director del museo ha declarado textualmente "es lo que se buscaba".
¿Y qué es lo que tiene de singular obra de arte urbano para que se haya invertido el tiempo y el dinero que ha supuesto traerla hasta el museo? ¿Qué la hace merecedora de la exposición en el museo junto a nombres consagrados de historia de la pintura?
El comisario que esta reorganizando precisamente ahora la colección del museo sin embargo señala que "su importancia radica en que no es arte, primero porque no hay autor y segundo porque tampoco hay intención sino azar, una rara mezcla no prevista, esa es precisamente la razón (según él) por la que es imprescindible su exhibición el museo".
Nos encontramos con otras opiniones que señalan la oportunidad de esta operación, que ha generado (y va a seguir generando seguramente) una enorme campaña de publicidad tanto para el museo como para el director, el comisario y el eminente historiador y crítico del arte.
Sin embargo más allá de estas cuestiones se plantean posibles complicaciones legales. Primero ¿A quien pertenece la obra, al autor/autores, a la inmobilaria dueña del solar, al ayuntamiento de Madrid, al descubridor de la obra en el supuesto de que nadie la reclame en el periodo estipulado? ¿Quién la tasará si hay que indemnizar al dueño? ¿Como se puede demostrar una posible autoria?
Parece que el museo ha calculado unos importantes ingresos fruto de la curiosidad que ha levantado la obra y al olor de ese dinero pueden moverse diversos intereses por lo que parece muy probable que esto acabe en los tribunales... ya decíamos antes que de esta obra se hablar mucho tiempo.
De manera anónima se nos ha hecho llegar un vídeo que a continuación os mostramos. En el se puede ver claramente los motivos que se entrelazan en la obra los monstruosos Escila y Caribdis de la Odisea, el guitarrista fotografiado en el concierto, el insulto de la mano, la extraña cara verde sobre un fondo en llamas y los versos de Sylvia Plath.
Suficiente para que aquel que quiera hacer su interpretación. De la forma en que esta pintado me parece más difícil hablar... ni creo que haga falta, no todas las cosas que sentimos las tenemos que meter en palabras como si fueran jaulas. En eso estoy de acuerdo con el afamado historiador y crítico.
Y alguna curiosidad más por el vídeo da la impresión de que tiene un único autor que en todo caso habrá que ver si se da a conocer reclamando la obra.
Parece también que ha diferencia de lo afirmado por el museo, la obra no se pinto directamente en el solar sino en otros sitio, si fuera así al cambiar el lugar de la exhibición cambia el sentido que le quiso dar el autor.
Y otra cosa más que piensan los artistas urbanos y los grafiteros de todo esto.
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